Entrando en la historia de las Cofradías del Dulce Nombre de Jesús, no cabe ninguna duda de que la devoción al Nombre de Jesús es una de las más extendidas de todos los tiempos. En realidad, es el centro de la devoción de todo cristiano si la entendemos en el sentido Paulino de Fil. 2,9-1 O. Fruto de esta devoción se fue desarrollando a lo largo de toda la edad media una predicación que derivaría en las cofradías del Nombre de Cristo, llamadas también del Nombre de Dios, o más popularmente del Dulce Nombre de Jesús.
Predicaron esta devoción, pero es a los Dominicos a los que corresponderá a lo largo de toda la edad media extender, propagar y crecer las primeras cofradías del Dulce Nombre.La orden de predicadores, fundada por el burgalés Santo Domingo de Guzmán en el 1.216, tenía como fin primordial el de disipar los errores e instruir al pueblo en los ministerios de la fe.
Sabido es, como en todo monasterio de Orden de Predicadores, surgen en el seno de sus Iglesias abiertas al culto público, tres Cofradías o Hermandades, instituciones dominicanas por antonomasia en los que agrupa el elemento laico que a través de aquellas piadosas congregaciones, entre sus almas con la savia del espíritu implantado en la Iglesia Universal por Santo Domingo de Guzmán. Estas tres Cofradías o Hermandades, que podemos calificar de auténtica y especialmente dominicanas son: la del “Santísimo Sacramento” la del “Santísimo Rosario” y la del “Dulce Nombre de Jesús”.
Hasta su fundación la predicación estuvo vinculada a la jerarquía episcopal y nunca se había visto hasta entonces a los monjes subir al púlpito ni explicar los Evangelios, ni siquiera enseñar la doctrina cristiana. Podemos atestiguar que varias Cofradías del Dulce Nombre de Jesús en España, son una misma y con el mismo origen.
Pero ya antes en una carta del 18 de Mayo del 1.235, el Padre General de Predicadores Jordán de Saxe, dirigidas por el Papa Gregorio IX, colocaba todas las cofradías militares (que a partir del siglo XIII y como consecuencia de la difusión de los herejías, se fundan para salvaguardar la civilización cristiana, destacando la “COFRADIA BLANCA” organizada en Toulouse en el 1.209) bajo la dirección moral de los “Dominicos”.
El fin de estas asociaciones estaba claramente indicado por el Papa: defensa de la fe católica, de la libertad de la iglesia, de los monasterios, de los hospitales, y todas las causas religiosas de las gentes y todas las Ordenes, de las viudas, y de los huérfanos hasta sacrificar sus vidas.
No obstante, el origen “oficial”, por así decirlo, es el siguiente:
En 1.274, el concilio ecuménico se encontraba reunido en la ciudad de Lyón, era este el XIV Concilio Ecuménico, segundo que se celebraba en esta ciudad, la cual en su clausura del 17 de Julio se determino lo siguiente:
“SIEMPRE QUE SE PRONUNCIE EL GLORIOSO NOMBRE DE CRISTO, Señores: DOBLEN LAS RODILLAS O SE HAGA UNA INCLINACION DE CABEZA.
En tal concilio fue cuando el Superior General de la Orden de Predicadores (Dominicos), Padre Fray Juan Varcellil, fundadas algunos años antes, solicito que en toda Iglesia de esta Orden se dedicara un altar al “Dulce Nombre de Jesús”, la constitución “Numper in” (20 Septiembre del 1.274), la cual le fue concedida con el encargo añadido de desagraviar al Señor por las blasfemias, sacrilegios, profanaciones e irreverencias, quedando desde aquel año, la devoción al “Dulce Nombre de Jesús” a la orden de los Dominicos. El mencionado Superior General escribió inmediatamente a los distintos superiores provinciales apremiándolos a esta tarea (Litterae Encyclicae Mag. Gen Ord. Praed., Reichert, 1.900) y animándolos a su desarrollo y expansión.
La nueva advocación, si se le puede llamar así, ya que en realidad se remonta a la Comunidad Apostólica, se fue desarrollando en base a una conclusión lógica. A principio del siglo XV (1.430) nacen algunas Cofradías con esta advocación. Su origen se encuentra al parecer en una epidemia de peste combatida por el Padre Andrés Díaz mediante esta devoción que dio lugar a que con posterioridad el Padre Fray Diego de Victoria, del convento de San Pablo de Burgos organizara las Cofradías, llamadas indistintamente Cofradías del Nombre de Cristo o del Nombre de Dios pero, casi siempre, bajo el patronazgo de la Orden de Predicadores.
En ocasiones se les aplico el adjetivo de “Santísimo” que posteriormente cambio por el “Dulce”, tal y como hoy las conocemos. Se fueron desarrollando y extendiendo por toda la península, formando parte de la propia espiritualidad de la Orden, como de hecho ya había ocurrido anteriormente con la devoción desde el Concilio de Lyon.
Del Obispo I de Málaga D. Pedro Díaz de Toledo y Ovallo (1.487 hasta Agosto del 1.499) que fue anteriormente Capellán y Limosnero Mayor del Reino de los Reyes Católicos siendo hijo de D. Fernando Díaz de Toledo, Refrendario, Oidor, Consejero y Ministro integérrimo del Rey D. Juan el II de Castilla, tenemos que destacar que fue uno de los principales introductores de esta devoción en España. Así lo refleja su admiración por la persona de Cristo, se desdoblaba en un amor grande a la Eucaristía y en una devoción sentida al Santo Nombre de Jesús. En su testamento mando a los Muy Reverendos Sres. Deán y Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de Sevilla una huerta, que es el pago de la fuente del Arzobispo, con cargo de que lo celebrasen la fiesta del Nombre de Jesús, con su procesión de capas de seda y sermón, y que después de Vísperas dijesen un responso cantado con un doble de campana solemne. Así consta de un libro llamado “Blanco Viejo” que se encuentra y guarda el Archivo Catedralicio de Sevilla (Fol. 107).
La celebración publica en Sevilla de la fiesta del “Dulce Nombre de Jesús”, que se aprobó, ni extendió hasta el Pontificado de Clemente VII por su Breve del 25 de Febrero del 1.530, en que mando que lo celebrase todo el Orden Seráfico, cuyo oficio compuso el celebre Predicador Franciscano Bernardino de Bastis.
Celebrándose en el 1.513 en la Santa Catedral de Sevilla anticipándose a todo el resto. Añadiéndose mas a esta noticia, podemos decir que siendo entonces tan ruidosa la pintura del “Nombre de Jesús” que hizo San Bernardino de Sena, y la disputa sobre el oficio que presento a los Papas Sixto IV, o Inocencio VIII, sin darle aprobación hasta Clemente VII, tomo el Cabildo Catedralicio de Sevilla su defensa: así lo acredita una Docta Disertación del culto del Nombre de Jesús, que se halla en su Archivo en la que hay una cita referente a lo dicho en un libro de su archivo en el que consta el Auto Capitular, ya puestos, en que D. Pedro Diez Díaz de Toledo, I Obispo de Málaga, dejo una hacienda en Sevilla para la celebración del “Dulce Nombre de Jesús” de la Catedral, con lo que se confirma lo dicho que en Sevilla le debe al Prelado malagueño la primera celebración publica de esta fiesta que se hizo en Sevilla en el 1.513, que fue el que tomó posesión de la finca, la que ya antes estaba determinada.
El fraile dominico Fray Bernardo Manrique, hijo de García Fernández Manrique, Marques de Aguilar y Conde de Castañeda; alcanzo el titulo de grande y le llevo a la rectoría del colegio Dominico de San Gregorio en Valladolid y después a Provisor de su Orden. Fue presentado al Emperador Carlos para la mitra malacitana y obtenidas las bulas pontificias, tomo posesión de ella el 4 de Mayo del 1.541. Nada mas llegar a Málaga empezó a cuidar del gobierno de ella, reformando sus estatutos, regularizando las contribuciones de los moriscos, coadyuvando eficazmente a la fabricación de la Catedral, reparando el Sagrario y construyendo la portada de este que cae a la puerta de las cadenas. El 25 de Septiembre del 1.564, después de 23 años de pontificado, moría este venerable obispo. En este periodo que estuvo este prelado aprobó varias cofradías del “Dulce Nombre Jesús” en nuestra provincia.
En respuesta a las negociaciones protestantes relativas a la presencia de Cristo en la Eucaristía, se propagara el culto al Santísimo Sacramento. La institución Ofertividad del Corpus Christi había contribuido ya a desarrollarse aun mas con la propagación de las cofradías del Santísimo Sacramento, siendo la principal de ellas la que fue fundada en Roma en la iglesia de Minerva por el dominico Tomas Stella y aprobadas el 30 de noviembre del 1.539 por el Papa Pablo III.
En el 1.564, para intentar evitar, cosa que no se consiguió, que la cofradía estuviera bajo el control de otra orden que no fuera la de Predicadores, la congregación hizo uso de otro conocido predicador, el P. Juan Gallo, que enviado por Felipe II al Concilio de Trento, se dirigió al terminar este a Roma donde consiguió la bula “Iniuctum Nobis” (fechada el 13 de Abril de ese año) concebida por Pío IV, que significaba el reconocimiento y la vinculación de la cofradía de manera casi definitiva a la orden, y que se hacía eco de las Cofradías de bajo esta advocación existían ya en nuestro país aprobándolas y poniéndolas bajo su protección. El documento mencionado señala que ya estaban extendidas por los conventos que la orden tenían en España.
De nuevo en Roma en 1.571, el P. Gallo obtiene el breve “Decet Romanum Pontificem” (21 de Julio 1.571) de Pío V en virtud del cual solo las cofradías establecidas por los religiosos de la Orden, gozarían de los privilegios concedidos a las mismas. Esto viene a demostrar no solo la popularidad que ya tenía esta devoción en todas partes sino, que de alguna manera, el resto de órdenes religiosas quisieron apropiársela y utilizarla en sus catequesis.
Estas Cofradías según el documento estaban a las obras de piedad y misericordia, así como a otros actos de disciplina, peregrinación, ayunos, etc... y ya desde entonces gozarían de una serie de privilegios al convertirse en Cofradía de carácter universal bajo la diferencia de los Dominicos y con la protección del Sumo Pontífice.
La bula señala además que cada segundo Domingo de mes tiene lugar un acto litúrgico especial dentro del convento, pero abierto a los hermanos de la Cofradía. Al parecer este acto litúrgico incluía, entre otras cosas, una pequeña procesión alrededor de Claustro del Convento.
El obispo D. Juan Alonso de Moscoso y López, seria quien afianzaría la devoción al “Dulce Nombre de Jesús” en nuestra provincia. El 1 de agosto del 1.603 toma posesión de la diócesis de Málaga. Visito todo el obispado varias veces; apresuro las obras de la Catedral; fundo la casa cuna, para niños expósitos; creo un montepío; renovó el seminario, etc..Girando la visita pastoral, falleció en Antequera el 21 de agosto del 1.614.
En este sentido, las distintas desamortizaciones del siglo XIX, supusieron una ruptura, los conventos fueron abandonados y en muchas ocasiones nunca volvieron a ser ocupados por la Orden, las Cofradías pasaron a jurisdicción de las respectivas diócesis y a estar dirigidas directamente por sus hermanos, amen de la perdida de documentos, libros de actas, etc...
Otras Bulas y Beneficios espirituales son las siguientes:
CLEMENTE VIII “CUM SICUT” 2 de Febrero de 1598.
CLEMENTE VIII “ALIAS PRO PARTE” 21 de Noviembre 1602.
PABLO V “PIAS CRISTI” 28 de Septiembre 1612.
PABLO V “CUM SICUT” 26 de Marzo de 1613.
URBANO VII “EXPONI NOBIS” 9 de Agosto 1628.
URBANO VII “CUM SICUT” 2 de Junio 1629.
CLEMENTE X “AD EA” 28 de Enero 1671.
INOCENCIO XI “CUM DUDUM” 18 de Abril 1678.
BENEDICTO XII “PRETIOSUS” 26 de Mayo de 1727.
A finales del siglo pasado se promulgaron los últimos privilegios espirituales concedidos a esta Cofradías. El decreto arriba mencionado para las Cofradías del Santísimo Nombre de Jesús fechado en el 3 de Agosto de 1.898, concedía numerosas indulgencias.
