viernes, 19 de agosto de 2011

¡Bienvenido Santo Padre!



Estas palabras, dichas con el corazón se las dedicamos la Orden de Predicadores en España, porque sabemos en el momento que viene y cómo encuentra nuestra iglesia. ¿Necesitada de predicación? Como dirá Mateo, estamos amenazados desde fuera, “con el viento contrario” y tentados desde dentro por el miedo y la poca fe, “en la noche, en peligro de hundirnos”. Los miedos nos confunden, no nos dejan reconocer a Jesús y son el obstáculo para amarle y seguirle. Muchos cristianos se preguntan, si no será todo irreal, ya que como que no hay certezas y todo es dudoso y sospechoso en la iglesia. Jesús, un fantasma, en palabras de Mateo, la religión cristiana en fase terminal, en opinión de algún sociólogo. Hemos perdido prestigio, poder y somos rechazados por la sociedad; la jerarquía busca control y endurece el lenguaje, los teólogos pierden libertad, los pastores no quieren correr riesgos, los fieles miran con temor el futuro. ¡Claro que nos encontramos lejos de tierra firme y estamos sacudidos por las olas! No sabemos por qué dudamos: si las hondas convicciones se han desvanecido y comienzan a tambalearse; si la superficialidad de la vida y el culto secreto a los ídolos nos ha despistado y metido en la crisis de la indiferencia; si es duro abandonarse al misterio y abandonar la razón poderosa que se quiere adueñar de mi; si…

Bienvenido Santo Padre, queremos oír las mismas palabras de Jesús, el Predicador: “No tengáis miedo” y aprender a caminar sobre las aguas, apoyar nuestra existencia en Dios y no sobre nuestras fuerzas, razones y méritos; vivir sostenidos por nuestra confianza en Cristo y no por nuestras seguridades. Caminar sobre las aguas, esta es la actitud del creyente hoy, a pesar de la falta de credibilidad y desacuerdos de la iglesia. Cuando se tiene esa sensación de parecer que estamos perdiendo la fe es señal de que se está purificando, que nos estamos acercando más a Jesús, como Pedro, que caminando hacia Jesús por las aguas está expresando su confianza en él y no en sus razones, dogmas, argumentos y definiciones.

Bienvenido Santo Padre. Es verdad que hay historias en las que pesa el odio, el dolor, la violencia. Es verdad que a menudo el egoísmo campa a sus anchas por la tierra, y deja detrás vidas rotas. Se echa en falta un poco más de ternura en el mundo y en bastantes circunstancias no estamos muy seguros de si la última palabra la tendrá la vida o la muerte. Pero, como predicadores, en nuestra mano está proponer, sembrar, construir, vendar, ayudar a sanar... Porque la justicia de Dios nos necesita para echar raíz en esta tierra. Esa es una misión increíble.



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