lunes, 14 de enero de 2013
HISTORIA DEL MARTIR SAN SEBASTIAN, PATRON DE MIJAS
Vida de San Sebastián
Sebastián era hijo de familia militar y noble, oriundo de Milán
(263). Fue tribuno de la primera cohorte de la guardia pretoriana en la que era
respetado por todos y muy apreciado por el Emperador, que desconocía su
cualidad de cristiano.
Cumplía con la disciplina militar, pero no participaba en los
sacrificios idolátricos. Como buen cristiano, no solo ejercitaba el apostolado
entre sus compañeros sino que también visitaba y alentaba a los cristianos
encarcelados por causa de Cristo. Fue a partir del encarcelamiento de dos
jóvenes, Marco y Marceliano, cuando Sebastián empezó a ser reconocido
públicamente como cristiano. Los dos jóvenes fueron arrestados y les fue
concedido un plazo de treinta días para renegar de su fe en Dios o seguir
creyendo en Él. Sebastián, enterado de la situación, bajó a los calabozos para
dar palabras de ánimo a los muchachos. A partir de ese momento, se produjeron
muchas conversiones y, como terrible consecuencia, martirios, entre ellos el de
los dos muchachos encarcelados, Marco y Marceliano.
Martirio de San Sebastián
Martirio de San Sebastián
Debido a todo esto, el Papa San Cayo le nombró defensor de la
Iglesia. Sin embargo, el Emperador Diocleciano también se enteró de que
Sebastián era cristiano y mandó arrestarlo. Sebastián fue apresado en el
momento en que enterraba a otros mártires, conocidos como los “Cuatro
Coronados”. Fue llevado ante Diocleciano que le dijo: “Yo te he tenido
siempre entre los mejores de mi palacio y tú has obrado en la sombra contra mí,
injuriando a los dioses”.
San Sebastián no se amedrentó con estas palabras y reafirmó
nuevamente su fe en Jesucristo. La pena ordenada por el Emperador era que
Sebastián fuera atado y cubierto de flechas en zonas no vitales del cuerpo
humano, de forma que no muriera directamente por los flechazos, sino que
falleciera al cabo de un tiempo, desangrado, entre grandes y largos dolores.
Los soldados, cumpliendo las órdenes del Emperador, lo llevaron al estadio, lo
desnudaron, lo ataron a un árbol y lanzaron sobre él una lluvia de saetas.
Cuando acabaron su misión y vieron que Sebastián ya estaba casi muerto, dejaron
el cuerpo inerte del santo acribillado por las flechas. Sin embargo, sus amigos
que estaban al acecho, se acercaron, y al verlo todavía con vida, lo llevaron a
casa de una noble cristiana romana, llamada Irene, que lo mantuvo escondido en
su casa y le curó las heridas hasta que quedó sano.
Cuando Sebastián estuvo nuevamente restablecido, sus amigos le aconsejaron que se ausentara de Roma, pero el santo se negó rotundamente pues su corazón ardoroso del amor de Cristo, impedía que él no continuase anunciando a su Señor. Volvió a presentarse con valentía ante el Emperador, cuando éste se encontraba en plena ofrenda a un dios, quedando desconcertado porque lo daba por muerto, momento que Sebastián aprovechó para arremeter con fuerza contra él y sus creencias. Maximiano ordenó que lo azotaran hasta morir (año 304), y esta vez, los soldados se aseguraron bien de cumplir sin errores la misión.
El cuerpo sin vida de San Sebastián fue recogido por los fieles cristianos y sepultado en la en un cementerio subterráneo de la Vía Apia romana, que hoy lleva el nombre de Catacumba de San Sebastián.
Cuando Sebastián estuvo nuevamente restablecido, sus amigos le aconsejaron que se ausentara de Roma, pero el santo se negó rotundamente pues su corazón ardoroso del amor de Cristo, impedía que él no continuase anunciando a su Señor. Volvió a presentarse con valentía ante el Emperador, cuando éste se encontraba en plena ofrenda a un dios, quedando desconcertado porque lo daba por muerto, momento que Sebastián aprovechó para arremeter con fuerza contra él y sus creencias. Maximiano ordenó que lo azotaran hasta morir (año 304), y esta vez, los soldados se aseguraron bien de cumplir sin errores la misión.
El cuerpo sin vida de San Sebastián fue recogido por los fieles cristianos y sepultado en la en un cementerio subterráneo de la Vía Apia romana, que hoy lleva el nombre de Catacumba de San Sebastián.
Aparece atestiguado en la Depositio Martyrum o deposición de los
mártires de la Iglesia Romana, que nos dice que San Sebastián está enterrado en
el cementerio Ad Catacumbas. Nos dan fe de su culto el Calendario de Cartago y
el Sacramentario Gelasiano y Gregoriano, así como diversos Itinerarios.
Concretamente el Calendario jeronimiano especifica más el lugar de su sepulcro:
en una galería subterránea, junto a la memoria de los apóstoles Pedro y Pablo.
Durante la peste de Roma (680) fue invocada su protección particular y desde
entonces la Iglesia Universal ve en él al abogado especial contra la peste y en
general se le considera como gran defensor de la Iglesia.
San Sebastián en el arte
San Sebastián en el arte
La iconografía de San Sebastián es amplísima. La representación
más antigua data del siglo V, descubierta en la cripta San Cecilia, en la
catacumba de San Calixto. A partir del Renacimiento los artistas lo representan
como soldado, generalmente semidesnudo atado a un árbol y erizado de flechas.
Por ser uno de los santos más reproducidos por el arte es conocido como el
Apolo cristiano.
San Ambrosio, en el
siglo IV, nos da un testimonio sobre él: “aprovecmos el ejemplo del mártir
San Sebastián, cuya fiesta celebramos hoy. Era oriundo de Milán y marchó a Roma
en tiempo en que la fe sufría allí persecución tremenda. Allí padeció, esto es,
allí fue coronado”.
Realizado por:
2000 años después y tanto por descubrir...
jueves, 3 de enero de 2013
EL DIA 3 DE ENERO, O COMO OFICIO VOTIVO "SANTISIMO NOMBRE DE JESUS".
El día 3 de enero, o como Oficio votivo
Santísimo Nombre de Jesús
Para la conmemoración
El amor que sintieron ya los cristianos de los primeros siglos hacia el nombre del Señor Jesús, Salvador, según nos consta por los escritores apostólicos y por la tradición, y que no sólo informó sus vidas sino que los llevó hasta confesar públicamente su fe y padecer el martirio por esta causa, fue adquiriendo un mayor desarrollo con el correr de los tiempos. En la tradición de la Iglesia oriental se desarrolló en íntima relación con la espiritualidad monástica llamada «hesicástica » (contemplación imperturbable). En occidente, en cambio, la devoción al nombre de Jesús se presenta bajo determinadas formas de devoción popular y en conexión siempre con el ciclo de las celebraciones de la Navidad. A partir del siglo XII adquirió gran auge por el influjo sobretodo de los monasterios en donde esta devoción tuvo una característica especial en su fervor, cuyo insigne testimonio es el himno, o «magna iubilátio », lesu, dulcis memória, llegado hasta nosotros.
En nuestra Orden ya desde sus orígenes se enumeran muchos hermanos que profesaron amor muy particular al « dulcísimo nombre del Salvador». Esto se comprueba en que el papa Gregorio X, poco después de la celebración del segundo concilio de Lyon (1274), encomendó a los frailes Predicadores la promoción de la alabanza y veneración del santísimo nombre de Jesús, siendo el beato Juan de Vercelli (t 1283), Maestro entonces de la Orden, uno de los que con más ardor se dedicó a esa promoción.
Esta dedicación apostólica se vio reforzada a la vez con nuevas formas de espiritualidad de los franciscanos y se incrementó en el s. XIV con preclaras formas de predicación y escritos espirituales entre los que se cuentan especialmente los del beato Enrique Seuze (1366), con la predicación de san Bernardino de Siena (1444) y al mismo tiempo con la difusión de las Hermandades del Santísimo Nombre: precisamente en la fundación de ellas nuestra Orden trabajó incansablemente a lo largo de los siglos por encargo de los Sumos Pontífices, especialmente a partir de Pío IV (1559-1565), juntamente con las cofradías del santo rosario.
A partir del siglo XIV se dan ya formularios litúrgicos propios, si bien solamente en siglos sucesivos pasan a la liturgia, y así, concretamente, los franciscanos lo harán en el año 1530; a finales del siglo XVII los dominicos; en el calendario romano para toda la Iglesia en 1721 ya existía en la liturgia la celebración de la Circuncisión del Señor (día 1° de enero), en la cual se aludía principalmente a la imposición del nombre de Jesús. Últimamente en el nuevo misal romano esta festividad cedió el puesto a la solemnidad de Santa María, Madre de Dios, en la cual se conmemora también de modo principalísimo la imposición del nombre de Jesús (CR, n. 35). Asimismo se da en el misal romano actual la misa votiva del santísimo nombre de Jesús. A ella corresponde, pues, el presente Oficio votivo, que puede usarse « ad libitum » (OGLH, nn. 244-245), especialmente para la celebración del propio patrono o del título de la iglesia.
Breviario de la Orden de Predicadores, p. 1214.
CUANDO LA AMISTAD Y LA ALEGRIA, ES NUESTRA FUERZA
CUANDO LA AMISTAD Y LA ALEGRIA, ES NUESTRA FUERZA.
martes, 1 de enero de 2013
FESTIVIDAD DEL DULCE NOMBRE DE JESUS
3 DE ENERO
SANTÍSIMO NOMBRE
DE JESÚS
(Su fiesta, el día
1)
En la
Sagrada Escritura se da gran importancia al nombre. Expresa el ser de las cosas
o su misión en el mundo. Dios da cima a la creación poniendo nombre a sus
criaturas, y luego pasa a Adán el mismo encargo.
E1 nombre dado en el nacimiento expresa el destino
del que lo lleva. E1 nombre viene a ser como la persona misma, y cambiar a
alguien el nombre es imponerle una nueva personalidad. Así Dios cambia el nombre
a Abram y a Jacob, y Jesús a Simón que en adelante se llamará Pedro.
Cuando José y María llevaron al Niño al tempo para
circuncidarlo, le pusieron por nombre Jesús, que quiere decir Salvador. No era
un nombre al azar, sino por intimación del Padre celestial, transmitida por el
arcángel, para expresar la esencia de su ser, de su misión: "Le pondréis por
nombre Jesús, porque É1 rescatará a su pueblo de sus pecados... Un nombre sobre
todo nombre, ante el que debe doblarse toda rodilla en el cielo, en la tierra y
en los abismos... En ningún otro nombre obtiene nadie la salvación, ni a los
hombres se nos ha dado otro nombre para ser salvados".
Otros israelitas habían llevado este nombre. Pero
sólo Cristo realiza lo que el nombre significa, "pues El es el que ha de salvar
a su pueblo, librándole de sus pecados". Es por tanto Jesús el nombre propio
personal del Hombre-Dios, nombre eficaz que expresa la obra de Cristo. "Diéronle
el nombre, explica el P. Rivadeneyra, porque le dieron el oficio, y llamáronle
Salvador porque su oficio fue de Salvador, Salvador de pecados".
Los Nombres de Cristo, de Fray Luis de León,
está considerado como uno de los libros mejor escritos en castellano. Vale la
pena leer todo el capítulo dedicado al nombre de Jesús, porque es como el
compendio de todos los demás: Admirable, Enmanuel, Cordero, Luz, Consejero,
Camino, Oriente, Pimpollo, Príncipe de la Paz. "El nombre de Jesús está en todos
los nombres que Cristo tiene, porque todo lo que en ellos hay se endereza y
encamina a que Cristo sea perfectamente Jesús. Jesús es su ser, Jesús son sus
obras, Jesús es su nombre, esto es, piedad y salud". Ciertamente, Jesús y nada
más que Jesús ha sido Jesús para nosotros, y diciendo Jesús decimos todo cuanto
de Jesús decirse puede.
En el nombre de Jesús hay algo tan dulce y tan
elevado, tan sublime y tan tierno, que no podemos pronunciarlo sin que se nos
abrasen los labios y el corazón. Nombre santo y poderoso, más dulce que la miel
y que el panal. Nombre que repetían ciegos y leprosos: "¡Jesús, Hijo de David,
apiádate de mí! ¡Jesús, si quieres puedes limpiarme!" Nombre con cuyo poder
curaba Pedro: "No tengo oro ni plata, pero en nombre de Jesús, levántate y
anda". Nombre que han repetido y repetirán todas las generaciones, desde la
niñez hasta la muerte. Y cuanto más desvalidos, más lo necesitamos: "Esos
hombres con hambre de tu Nombre al hombro", escribe Rosales.
Hermosamente canta la liturgia: "Nada se piensa más
dulce, nada se canta más suave, nada se escucha más grato que Jesús, Hijo del
Padre". Nuestro Prudencio tiene un hermoso himno al nombre de Jesús. San
Agustín, que tanto se deleitaba antes en el Hortensio de Cicerón, luego
lo encontraba desabrido por no hallar allí el nombre de Jesús. Lope de Vega le
dedica un Auto Sacramental, así titulado "El Nombre de Jesús". San Bernardino de
Siena recorría Italia, precedido de un estandarte en el que figuraba el nombre
de Jesús, predicando sobre las maravillas de este Nombre.
¡Ojalá que este dulce Nombre selle nuestros labios en la hora de la muerte!
Sacado de Servicios Católicos.
TAMBIEN RECOMENDAMOS ESTE ENLACE:
http://www.preguntasantoral.es/2012/01/el-dulce-nombre-de-jesus/
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